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Este jueves 07 de marzo se cumplen 20 años de la partida de Stanley Kubrick, uno de los últimos genios del cine.
De todas las leyendas que adornaron su vida la más popular era, sin duda, el control total que ejercía sobre sus películas antes, durante y después de los rodajes. Desde su primer film, Miedo y deseo (1953), en el que se vio obligado a encargarse del guión, la producción e incluso del manejo de la cámara, Kubrick se acostumbró a controlar por completo todas sus obras, con una única excepción, Espartaco (1960), que fue un proyecto de encargo que le llegó de rebote y del que siempre renegó al no considerarlo una película suya. Pero su control iba más allá de los aspectos artísticos.
En una ocasión se enteró de que un cine de Nueva York, en el que se iba a exhibir La naranja mecánica (1971), estaba pintado con un blanco brillante que producía reflejos en la pantalla. Pues bien, el director se encargó personalmente de enviar un equipo de pintores para acondicionar la sala en apenas unas horas. Kubrick controlaba también la distribución y exhibición de sus películas en todos los países del mundo. Tenía agentes que supervisaban la calidad de las salas y de las copias. También elegía las fechas de estreno, dirigía la promoción publicitaria y la adaptación al formato vídeo. Del mismo modo vigilaba de cerca el doblaje y el subtitulado de sus películas.
Kubrick fue también un martirio para muchos de sus actores. En El resplandor (1980) Jack Nicholson llegó a rodar hasta ciento treinta tomas de una misma secuencia. Tom Cruise fue el último actor que sufrió su afán perfeccionista. Cuenta que hizo noventa y tres tomas de un plano antes de que el director lo diera por válido. Terminado el rodaje tuvo que volar una y otra vez a Londres para rodar nuevas tomas de Eyes wide shut (1999). Y es que sus rodajes eran interminables. Algunos, como el de Barry Lyndon (1975), llegaron a durar casi año y medio. A eso había que sumarle todo el tiempo de preparación previa y de posproducción.
Kubrick vivió como un auténtico recluso, escondido tras las puertas de su mansión al norte de Londres, de la que apenas salía, y que contaba con refugio nuclear propio y los más modernos sistemas de seguridad. Casi nunca hablaba con periodistas, pero algunas de sus manías trascendieron, como, por ejemplo, su miedo a volar, a pesar de que en su juventud fue piloto, o su costumbre de dormir durante el día y levantarse cuando el sol ya se había puesto. En una entrevista aseguró que veía prácticamente todo lo que se estrenaba en su cine privado. Aunque también reconocía que casi ninguna película despertaba su interés.
Kubrick fue uno de los pocos autores capaces de erigirse en su propio verdugo artístico. El director prohibió la difusión de su primera película: Miedo y deseo, y se encargó de destruir las copias existentes, porque consideraba que no estaba a la altura de su talento. Pero aún más. En 1971 marcó un insólito precedente de autocensura al retirar de los cines británicos su película La naranja mecánica. Al parecer, después del estreno, varios delincuentes cometieron crímenes similares a los que se veían en ella. Kubrick fue atacado tan salvajemente que decidió retirarla.
Stanley Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999. Su película póstuma Eyes wide shut, protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, se convirtió en el testamento cinematográfico del que muchos han considerado el último genio vivo del séptimo arte. Ningún otro realizador con una filmografía tan escasa abordó tantos géneros, creando escuela en cada uno de ellos. Marcó un antes y un después en el cine negro con Atraco perfecto (1956), elevó a la categoría de arte las «películas de romanos» gracias a Espartaco, dio su sello personal al cine de terror en El resplandor, al histórico en Barry Lyndon y al drama pasional en Lolita (1962). Retrató como nadie la paranoia de la guerra fría en Teléfono rojo. ¿Volamos hacia Moscú? (1963); anticipó la violencia punk con La naranja mecánica, y levantó su particular monumento al antibelicismo con sus dos películas de guerra: Senderos de gloria (1957) y La chaqueta metálica (1986). También sacó a la ciencia-ficción de los programas de serie B y le otorgó mayoría de edad con 2001: Una odisea en el espacio (1968).
De todas las leyendas que adornaron su vida la más popular era, sin duda, el control total que ejercía sobre sus películas antes, durante y después de los rodajes. Desde su primer film, Miedo y deseo (1953), en el que se vio obligado a encargarse del guión, la producción e incluso del manejo de la cámara, Kubrick se acostumbró a controlar por completo todas sus obras, con una única excepción, Espartaco (1960), que fue un proyecto de encargo que le llegó de rebote y del que siempre renegó al no considerarlo una película suya. Pero su control iba más allá de los aspectos artísticos.
En una ocasión se enteró de que un cine de Nueva York, en el que se iba a exhibir La naranja mecánica (1971), estaba pintado con un blanco brillante que producía reflejos en la pantalla. Pues bien, el director se encargó personalmente de enviar un equipo de pintores para acondicionar la sala en apenas unas horas. Kubrick controlaba también la distribución y exhibición de sus películas en todos los países del mundo. Tenía agentes que supervisaban la calidad de las salas y de las copias. También elegía las fechas de estreno, dirigía la promoción publicitaria y la adaptación al formato vídeo. Del mismo modo vigilaba de cerca el doblaje y el subtitulado de sus películas.
Kubrick fue también un martirio para muchos de sus actores. En El resplandor (1980) Jack Nicholson llegó a rodar hasta ciento treinta tomas de una misma secuencia. Tom Cruise fue el último actor que sufrió su afán perfeccionista. Cuenta que hizo noventa y tres tomas de un plano antes de que el director lo diera por válido. Terminado el rodaje tuvo que volar una y otra vez a Londres para rodar nuevas tomas de Eyes wide shut (1999). Y es que sus rodajes eran interminables. Algunos, como el de Barry Lyndon (1975), llegaron a durar casi año y medio. A eso había que sumarle todo el tiempo de preparación previa y de posproducción.
Kubrick vivió como un auténtico recluso, escondido tras las puertas de su mansión al norte de Londres, de la que apenas salía, y que contaba con refugio nuclear propio y los más modernos sistemas de seguridad. Casi nunca hablaba con periodistas, pero algunas de sus manías trascendieron, como, por ejemplo, su miedo a volar, a pesar de que en su juventud fue piloto, o su costumbre de dormir durante el día y levantarse cuando el sol ya se había puesto. En una entrevista aseguró que veía prácticamente todo lo que se estrenaba en su cine privado. Aunque también reconocía que casi ninguna película despertaba su interés.
Kubrick fue uno de los pocos autores capaces de erigirse en su propio verdugo artístico. El director prohibió la difusión de su primera película: Miedo y deseo, y se encargó de destruir las copias existentes, porque consideraba que no estaba a la altura de su talento. Pero aún más. En 1971 marcó un insólito precedente de autocensura al retirar de los cines británicos su película La naranja mecánica. Al parecer, después del estreno, varios delincuentes cometieron crímenes similares a los que se veían en ella. Kubrick fue atacado tan salvajemente que decidió retirarla.
Stanley Kubrick falleció el 7 de marzo de 1999. Su película póstuma Eyes wide shut, protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman, se convirtió en el testamento cinematográfico del que muchos han considerado el último genio vivo del séptimo arte. Ningún otro realizador con una filmografía tan escasa abordó tantos géneros, creando escuela en cada uno de ellos. Marcó un antes y un después en el cine negro con Atraco perfecto (1956), elevó a la categoría de arte las «películas de romanos» gracias a Espartaco, dio su sello personal al cine de terror en El resplandor, al histórico en Barry Lyndon y al drama pasional en Lolita (1962). Retrató como nadie la paranoia de la guerra fría en Teléfono rojo. ¿Volamos hacia Moscú? (1963); anticipó la violencia punk con La naranja mecánica, y levantó su particular monumento al antibelicismo con sus dos películas de guerra: Senderos de gloria (1957) y La chaqueta metálica (1986). También sacó a la ciencia-ficción de los programas de serie B y le otorgó mayoría de edad con 2001: Una odisea en el espacio (1968).
¡¡¡PLAY!!!