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En los últimos años son muy pocas las películas que han llegado a impactarme de la forma que lo hizo la libanesa "Capharnaüm" (2018), película escrita y dirigida por la también actriz Nadine Labaki. Una película que te incomoda desde el primer fotograma, hasta sus últimas secuencias.
El público y gran parte de la crítica amó la cinta, incluso recibió una ovación de pie en los diversos festivales en donde se presentó, pero aún así fue acusada de melodrama barato; de ser una suerte de "pornografía emocional" para impactar y conmover fácilmente a la gente, y de ese modo finalmente poder llevarse el calificativo de buena película. Osea que vendría siendo una película manipuladora, según sus atacantes.
Quizás sea cierto que los que terminamos temblando o al borde de las lágrimas con su dramática historia, hayamos sido presa fácil de aquella manipulación emocional que SUPUESTAMENTE ha realizado Nadine Labaki.
Lejos de sentirme agobiado por lo anterior, prefiero quedarme con el profundo mensaje que entrega su crítica social, esa crítica a la pobreza que inunda las calles del Líbano, que no son otras que las mismas calles de nuestro propio país; son los mismos peligros y las mismas injusticias. Es cosa de mirar por la ventana, de hacer una pausa en nuestro trayecto y ver aquella misma situación frente a nuestros ojos. Desgraciadamente no estamos libres de ello.
Es por eso que si debo prestar atención a la crítica que le hacen a la película, o a la crítica que hace la propia película, por supuesto me quedaré con esta última.

Lo interpretado por el pequeño Zain Al Rafeea es tremendo; su comportamiento, su madurez, el amor por sus hermanos reflejado en aquella inolvidable secuencia en donde es testigo de que a su hermana Sahar le ha llegado su primera menstruación; entonces intentará que su hermana lo esconda, pues ya conoce el destino que le depara a una mujer en una sociedad que siendo poseedora de una gran diversidad religiosa, es en su mayoría musulmana; por lo tanto se niega a que su hermana sea usada por sus propios padres como "moneda de cambio" para mejorar su calidad de vida... pero ¿Acaso los casamientos por conveniencia se dan solamente en una sociedad musulmana? y con esta interrogante hago un paralelo con lo que he dicho anteriormente sobre la crítica social que hace la cinta. ¿Qué importa que sea en el Líbano? Eso ha ocurrido en todos lados... y sigue ocurriendo.

¡Ojo! por más madurez que nos muestre Zain, este sigue siendo un niño de 12 años que también demuestra su natural inocencia, como en aquella secuencia en donde conoce al primo de Spiderman en un bus, y ni siquiera le da tiempo a la duda. Siendo esa una de las pocas secuencias de la película en donde podremos esbozar una sonrisa.

Capharnaüm no es una cinta que disfrutemos ver, pero es un esplendido melodrama para concienciar a la sociedad y enseñarnos que así como debemos cuidar y proteger a los niños, también debemos escucharlos. Igualmente es tarea de todos proveerles un camino sano por el cual transitar, para que el día de mañana también lo hagan con sus propios hijos.
Por todo lo anterior, es una cinta total y absolutamente recomendada.
Quizás sea cierto que los que terminamos temblando o al borde de las lágrimas con su dramática historia, hayamos sido presa fácil de aquella manipulación emocional que SUPUESTAMENTE ha realizado Nadine Labaki.
Lejos de sentirme agobiado por lo anterior, prefiero quedarme con el profundo mensaje que entrega su crítica social, esa crítica a la pobreza que inunda las calles del Líbano, que no son otras que las mismas calles de nuestro propio país; son los mismos peligros y las mismas injusticias. Es cosa de mirar por la ventana, de hacer una pausa en nuestro trayecto y ver aquella misma situación frente a nuestros ojos. Desgraciadamente no estamos libres de ello.
Es por eso que si debo prestar atención a la crítica que le hacen a la película, o a la crítica que hace la propia película, por supuesto me quedaré con esta última.
"Capharnaüm" nos relata la historia del pequeño Zain de 12 años de edad (Zain Alrafeea), que malvive con sus padres y sus numerosos hermanos en lo más profundo de la miseria del Líbano. No va al colegio, le explotan laboralmente, sufre toda clase de violencias... hasta que va a parar a la cárcel por un crimen justiciero. Desde ahí denunciará a sus propios padres por haberle traído al mundo...

Lo interpretado por el pequeño Zain Al Rafeea es tremendo; su comportamiento, su madurez, el amor por sus hermanos reflejado en aquella inolvidable secuencia en donde es testigo de que a su hermana Sahar le ha llegado su primera menstruación; entonces intentará que su hermana lo esconda, pues ya conoce el destino que le depara a una mujer en una sociedad que siendo poseedora de una gran diversidad religiosa, es en su mayoría musulmana; por lo tanto se niega a que su hermana sea usada por sus propios padres como "moneda de cambio" para mejorar su calidad de vida... pero ¿Acaso los casamientos por conveniencia se dan solamente en una sociedad musulmana? y con esta interrogante hago un paralelo con lo que he dicho anteriormente sobre la crítica social que hace la cinta. ¿Qué importa que sea en el Líbano? Eso ha ocurrido en todos lados... y sigue ocurriendo.

¡Ojo! por más madurez que nos muestre Zain, este sigue siendo un niño de 12 años que también demuestra su natural inocencia, como en aquella secuencia en donde conoce al primo de Spiderman en un bus, y ni siquiera le da tiempo a la duda. Siendo esa una de las pocas secuencias de la película en donde podremos esbozar una sonrisa.

Capharnaüm no es una cinta que disfrutemos ver, pero es un esplendido melodrama para concienciar a la sociedad y enseñarnos que así como debemos cuidar y proteger a los niños, también debemos escucharlos. Igualmente es tarea de todos proveerles un camino sano por el cual transitar, para que el día de mañana también lo hagan con sus propios hijos.
Por todo lo anterior, es una cinta total y absolutamente recomendada.